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En un futuro bajo en carbono, una mejor gobernanza de los minerales podría impulsar el desarrollo

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A pesar del retiro del gobierno estadounidense del acuerdo de París sobre cambio climático, las políticas para reducir las emisiones de carbono siguen ganando terreno. En julio de este año, el gobierno de Gran Bretaña, siguiendo los pasos de Francia, anunció planes para impedir la venta de automóviles a gasolina y diesel para el año 2040. India y Noruega buscan hacer lo mismo para el 2030 y el 2025, respectivamente.

Estas son las más recientes señales de una economía que se viene apartando de los combustibles fósiles intensivos en carbono y se acerca a la energía renovable, lo cual tendrá efectos de largo alcance en la demanda de recursos extractivos. Las tecnologías limpias requieren grandes cantidades de metales y minerales escasos, la mayoría de ellos ubicados en yacimientos de países en desarrollo. Dos estudios recientes —un informe del Banco Mundial y un trabajo en la revista Nature— examinan las implicaciones de esta demanda.

Exactamente qué tecnologías adoptarán las autoridades y los fabricantes es algo que aún es incierto. El informe del Banco Mundial se concentra en la energía solar fotovoltaica, turbinas eólicas y baterías de iones de litio, e identifica minerales y metales que probablemente serán demandados para futuras necesidades energéticas. Usando el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), el informe aporta datos sobre reservas identificadas de estos commodities, país por país.

Analizar estos datos a la luz de las calificaciones del Índice de la Gobernanza de los Recursos Naturales 2017 (RGI, por sus siglas en inglés) nos ha permitido detectar que un promedio del 42 por ciento de las reservas de los diferentes minerales está en países con una gobernanza de recursos “buena” o “satisfactoria”, 37 por ciento en países con calificación de “débil” (China representa 14 por ciento de este total), y un 7 por ciento adicional está en países cuya calificación es “deficiente”. Casi ninguna de las reservas está en países con una “mala” gobernanza de recursos.

Un boom en la demanda de estos minerales presenta significativas oportunidades en el plano nacional. Por ejemplo, se han identificado recursos de litio concentrados en las salinas de Argentina, Bolivia y Chile. Si el mundo se desplaza hacia baterías de iones de litio para impulsar vehículos y en el consumo de electricidad, América del Sur se convertirá en una región globalmente estratégica en temas de energía. Y bien gobernada, esta industria podría transformar las economías de esos países.

El panorama también presenta algunos serios riesgos. Una alta proporción del porcentaje de las reservas de minerales se encuentra en países con una gobernanza “débil” o “deficiente”, y en el caso de ciertos minerales específicos, la proporción es mucho más alta.

Por ejemplo, 90 por ciento de las reservas de cromo, un mineral utilizado en las turbinas de viento, está en Kazajistán y en Sudáfrica, dos países con calificaciones de RGI “débiles”. Casi dos tercios de las reservas de manganeso, utilizadas tanto en turbinas de viento como en baterías de iones de litio, están en países cuya calificación es “débil” o “deficiente” en el índice – 32 por ciento en Sudáfrica, 23 por ciento en Ucrania, 7 por ciento en China, 4 por ciento en Gabón y 2 por ciento en Ghana.

Concentración de las reservas minerales en el mundo utilizadas en tecnologías limpias : Mapa

Esto propicia algunas preocupaciones significativas.

La creciente demanda de estos minerales podría darles a los países la oportunidad de financiar programas de desarrollo, pero con una gobernanza débil hay posibilidades de que más bien padezcan la maldición de los recursos. Una gobernanza débil, que incluye la falta de una rendición de cuentas, reduce las posibilidades de que los gobiernos adopten políticas y prácticas que incrementen y gestionen los recursos de maneras que beneficien a sus ciudadanos. Así, una mayor demanda de minerales no representará para estos países un boom benéfico, sino más bien dispendio, corrupción y limitado crecimiento económico.

Una débil gobernanza incrementa las preocupaciones por daños ambientales y sociales debidos a la extracción de recursos.

Precios de minerales en alza darán más atractivo comercial a nuevos proyectos mineros, y eso incluye a muchos ubicados en o cerca de áreas sensibles, como bosques, ríos o franjas costeras. Algunos de ellos serán depósitos de ley más baja, lo cual resultará en más desperdicio y mayores daños al medio ambiente. Esto a su vez puede precipitar conflictos locales sobre el uso de la tierra y el agua. Los conflictos tienden a darse cuando los canales formales de solución de controversias fracasan, y estos canales son menos susceptibles de mantenerse abiertos cuando el entorno de rendición de cuentas es débil. Del mismo modo, cuando las prácticas de otorgamiento de licencias son turbias, los estándares sociales y ambientales suelen ser pasados por alto.

Tales conflictos pueden conducir a demoras y cancelaciones de proyectos, lo cual a su vez restringiría la oferta mundial. El vínculo entre quienes viven cerca de la extracción mineral y los mercados mundiales de estos minerales es de enorme importancia. Los minerales necesarios para muchas de las tecnologías no pueden ser sustituidos, de modo que una reducción de la oferta en cualquiera de estos insumos puede amenazar cadenas productivas enteras de tecnologías de energía renovable.

Ya que evitar la disrupción es tan crucial para el progreso de las tecnologías limpias, el grupo de expertos que escribe en Nature propone un enfoque de gobernanza global para evitar potenciales cuellos de botella. Pide que la comunidad internacional establezca metas para la producción de minerales; que mapee recursos; que monitoree impactos; que investigue e invierta en nuevas tecnologías extractivas; y que explore nuevas fronteras, desde fondos marinos hasta profundidades de la corteza terrestre. Además, propone un sistema de alerta temprana, que utilice análisis de datos y suelte alarmas sobre preocupaciones en torno a la oferta, la gobernanza y el medio ambiente.

Si bien los datos del USGS no son completos, ellos sugieren que algunas regiones, sobre todo África, el Medio Oriente y el sudeste asiático, tienen reservas por kilómetro cuadrado comparativamente bajas de los minerales listados, y muchos de los países en estas regiones simplemente no tienen reservas identificadas. Es improbable que esto se deba a la geología —estas regiones también comparten algunas de las calificaciones de RGI más bajas, e incluyen a países clasificados como “malos”. Investigaciones del Centro para el Análisis de Economías Ricas en Recursos Naturales de la Universidad de Oxford muestran que contar con recursos depende de la gobernanza —las reservas aumentan cuando los países tienen entornos políticos estables, son bajos en riesgo de expropiación, y cuentan con un clima de inversión favorable, factores que crean condiciones para que las empresas exploren y extraigan recursos. En cambio, una gobernanza pobre desanima a los inversionistas.

En un contexto de creciente demanda de minerales, las preocupaciones por el riesgo en la gobernanza pueden comenzar a ser contrapesadas con las potenciales ganancias, y podríamos empezar a ver descubrimientos en estos países. Ello podría presentar serios problemas. Pero si los países logran mejorar su gobernanza, podrían beneficiarse de un incipiente boom de minerales, y aportarle al mundo los materiales precisos para impulsar la economía baja en carbono.

Alex Tilley es oficial de desarrollo en el Instituto para la Gobernanza de los Recursos Naturales (NRGI, por sus siglas en inglés). David Manley es analista económico senior en NRGI.

Se pueden bajar los datos utilizados en este blog del sitio web ResourceData aquí.

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